lunes, 9 de febrero de 2015

Fotografiando el mundo

Recuerdo que en mi infancia se fotografiaban los momentos especiales, las cámaras no hacían fotografías infinitas y no siempre llevábamos una cámara de fotos encima. Los tiempos cambian. Hay quien dice que mejoramos. En cierto modo, es verdad. Pero también hemos perdido mucho.


Hace años, cuando con nuestros teléfonos móviles no hacíamos fotografías sino llamadas, veíamos el mundo con nuestros propios ojos. Ahora ya no lo hacemos. Vemos algo hermoso: una puesta de sol o un amanecer, un bonito paisaje, una nevada, cualquier cosa que nos causa asombro, un ser querido en una postura que nos resulta entrañable... Y lo fotografiamos. Queremos captar el instante, atraparlo para siempre. 

Ves a madres que ven a sus hijos en funciones escolares y pasan todo el tiempo fotografiando, la mañana de reyes fotografiada, las cenas familiares y cumpleaños retratados para siempre. ¿Cuántos de los momentos especiales que nos rodean los contemplamos a través de nuestros ojos? ¿Cuántos de ellos no nos los perdemos por estar limitados al objetivo de una cámara?

Un paseo romántico con tu pareja y ahí va un selfie. Una tranquila reunión de amigos, y más fotografías.
No me malinterpretéis, no estoy en contra de las fotografías, pero sí del exceso. Y, en este ámbito, me temo que hemos alcanzado el exceso. Hemos sobrepasado el exceso. Y los únicos perjudicados somos nosotros.
¿Os habéis parado a pensar en esos momentos en los que mirábamos el mundo en todo su esplendor? ¿A tamaño real? En ocasiones me siento un bicho raro por contemplar un bonito atardecer y no fotografiarlo. Y, al mismo tiempo, me siento la más afortunada de todos aquellos que me rodean. Porque, cuando veo algo hermoso, a menudo soy la única de los que están ahí que lo está mirando de verdad. En sus colores y matices reales. Y no los que puede captar una cámara de fotos.
Nunca una cámara de fotos podrá captar la esencia de lo que se fotografía, porque no estás fotografiando la emoción que te provoca ese momento, no estás fotografiando el olor del ambiente en ese momento, no estás fotografiando el sonido del viento en ese momento, no fotografías tu estado de ánimo.

Por supuesto que me encanta tener fotografías para poder mostrar a las personas que tengo cerca, fotografías que poder conservar de los momentos más especiales, las fotografías son importantes para nosotros, nos ayudan a recordar cosas que, de otro modo, perderían nitidez en nuestra memoria. Pero no todo debe ser fotografiado. Hay cosas, pequeñas cosas, que podemos simplemente disfrutarlas.
Un día, aunque sólo sea una vez en un día, cuando contempléis algo hermoso y tengáis la tentación de fotografiarlo, aceptadme el consejo: sólo por una vez, guardad la cámara y disfrutad de lo que estáis viendo. Lo recordéis o no después con todo detalle, lo importante es que por una vez lo habréis visto de verdad. Eso es algo que ninguna fotografía os podrá devolver después.

3 comentarios:

  1. Gracias por llenar eso vacios o descanso entre estudio y estudio. No se que elogiar primero si esa forma de ver el mundo o tu forma de escribir, gracias por ver el mundo de esa forma tan especial, te fijas y le das importancia a detalles que los demas solo dan por hecho, detalles que se han vuelto el pan de cada día de mucha personas. Gracias por dejarnos danzar por tu mente.

    ResponderEliminar